26/1/18

Días de proletarización – Fabián Coto Chaves



Es difícil de precisar en qué momento, pasamos de ser “banana republics” a “call center republics”, cierto es que ya vamos descendiendo esta montaña rusa sin retorno y ya quedaron lejos “los poemas de la oficina”, aquellos que escribían los funcionarios en lugar de postear memes en redes sociales, y que incluso descorbatados y soñadores persiguieron hacer realidad sus sueños en trincheras utópicas. Aplastados los proyectos revolucionarios, finalmente fueron aplastados los sujetos históricos, el único proyecto hoy es la sobrevivencia, comer y comprar.

No creo que “Días de proletarización” de Fabián Coto Chaves explique a la Costa Rica del presente, es tan estándar como cualquier Mall de cualquier lugar del mundo, sino que más bien describe el intento de singularidad de un sujeto común, difuminado en la marea de normalidad. Describe el cinismo generacional de los que crecimos con sueños y consignas prestadas sin ser capaces de generar las propias.
 
Fabián Coto Chaves
En este raro libro, compuesto a la manera de un (digamos) diario, o mejor, al posteo de entradas en un muro de Facebook, (pues así fue gestado), la irreverencia del autor va narrando mediante fragmentos un mundo que parece siempre estar más allá de los ventanales de su oficina, una vida que se quedó prisionera, un Sísifo enjaulado. Pero sin patetismos, en el fondo un Sísifo dichoso.

Y más concretamente, este libro es un divertimento, sin mucha anécdota, apenas cuadros, que van recreando atmosféricamente el tedio y la resignación, el narrador autor personaje protagonista además es un gran comensal, medio libro ocurre al almuerzo, en sodas y food courts, buen provecho para él y para los lectores que disfruten leerse así mismos en esta sabrosa obra.


Germán Hernández.


24/1/18

Cruz de olvido – Carlos Cortés



Cruz de olvido es una novela significativa en la narrativa costarricense. Aglutina todas las obsesiones y las aspiraciones de su autor que desarrollará en los refritos de sus novelas posteriores, y especialmente el plan de hacer una novela total donde se reúnan los gestos y modos anteriores, el estado de ánimo de una ciudad y de una nación, lo intemporal y universal.

También supone el inicio a un ininterrumpido proceso de desmitificación de la idealizada Costa Rica, jardín de las Américas, remanso de paz y Suiza centroamericana, y de ahí, todos sus derivados, está de moda en nuestra literatura basurearnos. La borrachera postmoderna nos hace sexys. A la manera de un Horacio Castellanos con su obra “El Asco” en el caso salvadoreño. Intuyo que es en Costa Rica donde mejor que en cualquier otra nación de Centroamérica reside ese sentimiento.

Y es que puede ser que esa supuesta excepcionalidad, en la que siempre hemos creído, nos ha aislado y hasta protegido, qué doloroso es cuando todas las fachadas se derrumban, cuando el deseo, los ideales, las instituciones arden hasta las cenizas y se contempla el vacío, sin ningún horizonte a donde mirar. Cruz de olvido se vuelve relevante hoy, no porque anticipe la corroída decepción de contemplar nuestro reverso y  las idealizaciones de la patria, (porque la porquería siempre estuvo allí), sino por que sigue igual o peor.

El texto es torrencial, denso, hiperbólico hasta lo caricaturesco, compuesto por veintidós capítulos que pueden ser leídos aleatoriamente, pues su mínima trama lo permite y no es más que sustrato para sostener el discurso diluviar que construye Cortés de manera intersticial, abarrotando cada ángulo, como si intentara no dejar nada por decir. Y lo consigue, al punto de llegar a aburrirnos, ciertamente hay momentos en que el relato no hace más que redundar y machacar sobre sí mismo.

Es a partir del capítulo VI “40 años no es nada” que la novela por fin arranca y da inicio a una secuencia alucinante hasta el capítulo X, ese es el núcleo y el alma de la novela, se complementará magistralmente con el “XIX. La segunda aparición de la Virgen de los Ángeles o una loca noche de copas”
 
Carlos Cortés
Hay otros capítulos que no logran ser orgánicos con la novela, que no suman ni restan: el “XIII. Marzo se me hace tan largo” pieza que con un tono más cercano al realismo mágico anticipa obras posteriores del autor como el relato “Retrato de mujer con los instrumentos de la pasión” y su posterior prolongación en la novela “Larga noche hacia mi madre”. Tampoco engarzan ya en el transcurso de la novela largos raccontos como “XVI. Cinco días de oscuridad” y la ripiosa repetición de lo “costarrisible” (como decía la mal amada Eunice Odio), pero que a estas alturas del relato se inserta forzadamente, o bien el precioso capítulo “XVII. La comandante Laura” que tampoco se integra, ya el personaje Martín Amador pasó hace mucho en el libro de ser un protagonista a ser tan solo un narrador.

Logra la novela por fin alcanzar la circularidad con su leit motiv “En Costa Rica no pasa nada desde el Big Bang”, hacia un final que ya no importa mucho, realmente la trama de la novela es tan poco importante. Martín termina tan patético como comienza, y reúne toda la desesperanza de una generación traicionada en su encuentro con Jaime. Pero ya no importa, una novela que por la falta de contención y discernimiento de su autor, derrama páginas y páginas, recalcitrantres párrafos sobreedificados donde su genio se empacha.


Germán Hernández




17/1/18

La Reina Vihspla – Bernardo Montes de Oca



Bernardo Montes de Oca es un encantador gigante de dos metros, multifacético, incansable y andariego, escribir es apenas una de sus vocaciones, hay gente así, buena para más de una cosa, como él. “La reina Vishpla” es su primera obra impresa, once cuentos, bien compuestos, sobrios y sólidos, la muy bien montada edición impresa tiene la particularidad de no traer índice (¡ojo editor!).

El bicho urbano es el narrador y los y las protagonistas de este libro, llevados a situaciones límite logran algo inusual en la narrativa actual: la expiación y redención. No estamos diciendo que sean cuentos con final feliz, sino que su autor ha sabido preservar la humanidad y dignidad sus personajes cuando estos han llegado al extremo. Tal es caso de Sharon transformada en reina guerrera en el texto homónimo del libro, o de Adriana emergiendo de su propia prisión en “El encierro”; el homenaje a Julia en “La sobreviviente del Cuá” y la generosa “ultima oportunidad” para Lito en “Eso que dijo Albert Pike”; la determinación de Gerardo en el “Toro del miedo” para domar todas las bestias de su cautiverio y la chica de “Existir en la red” que pudo al fin perdonarse a sí misma.

Bernardo Montes de Oca


Es un viaje hacia la entropía, a la restauración de los cristales rotos que vuelven a su lugar, esa es la hermosa alegoría que en su conjunto narran los textos de este libro.

Vale también destacar un texto algo solitario y divergente, el cierre estupendo del libro con el relato “El estadístico” lleno a aciertos, sutiles joyas, lúdico e inquietante, al mejor estilo de un Martín Levrero y la picardía desde luego del autor.

Qué buen debut literario para Bernardo Montes de Oca, un buen narrador que, por su magnanimidad, pone su marca en los relatos, y nos regocija. A mi me devolvió la esperanza.

Germán Hernández