11/5/17

Arelis y Garabato - II

Ilustración de Arelis Hernández Sánchez


Pero antes de contar las aventuras que tuvieron Arelis y Garabato, creo que es importante contar cómo fue que ellas se conocieron, y todavía más atrás, cómo llegó Garabato y Arelis a la casa donde vivían.

La mamá de Garabato, era una gata callejera, libre y sin hogar. Estaba embarazada y buscaba un lugar donde tener a sus gatitos. Un día encontró una abertura en un techo, entró y le pareció un lugar seguro para tener a sus gatitos y así lo hizo.

La mamá de Garabato tuvo cinco gatitos, uno de ellos era Garabato, al principio ella y sus hermanitos la pasaron muy bien. Durante el día, la mamá de Garabato dormía y sus cinco gatitos se pegaban a sus tetitas para alimentarse con su leche, cuando la mamá despertaba los lamía para limpiarlos y por las noches salía a cazar para reponerse y seguir alimentándolos.

Conforme crecían los gatitos, estos comenzaron a maullar en las noches llamando a su mamá, extrañaban su calor y su dulce leche. El ruido molestó a las personas que vivían bajo el techo, pues era el techo de una casa. Un buen día, cansados del ruido que hacían los gatitos y que no los dejaba dormir, unas garras humanas tomaron a los gatitos y los arrojaron a la basura. Nadie se imagina los maullidos de dolor de una madre que ya no encuentra a sus bebes. Imposible contar aquí lo que pasó con los gatitos abandonados en la podredumbre, con hambre y con frío.


Y a pesar de tanta adversidad, Garabato temblorosa a como pudo salió del basurero, caminó tambaleante por las aceras, con sus maullidos llamaba a su madre muy lejos de donde estaba hasta que cansada y triste, se hizo un puñito y maullaba. No encontró nunca más a su mamá, no supo nunca cuál fue la suerte de sus hermanitos. Ahí estaba Garabato, sola y maullando al vacío. Escuchó un ruido, observó la luz de una puerta que se habría, un impulso la hizo saltar hacia adentro, y esta vez sintió un par de manos tibias que la recogían del suelo.

Germán Hernández


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