22/8/12

Relatos de Sábanas – Marilinda Guerrero


Publicado en Guatemala por Letra Negra Editores en el 2011, Relatos de Sábanas es el primer libro de Marilinda Guerrero. Compuesto por 18 relatos breves, la mayoría de apenas una página, más que cuentos propiamente, se desarrollan (en más de una ocasión) dando por enterado al lector sobre la anécdota y se sumergen en la trama y la espesura existencial y psicológica de unos personajes sin nombre, hombres y mujeres reconocibles por su anonimato, porque se trata de la gente de a pie, que nos topamos todos los días en la calle, porque los personajes de Guerrero somos todos nosotros.

Desde el primer texto, “Sábanas” ya nos prepara, ante el dolor, ante las frustrantes demandas cotidianas de éxito y competitividad, existen los refugios edonistas, como también su cruel despertar “De la hamaca al suelo”,  pero en todos los textos está impresa esa impotencia mortificante ante la realidad, tanto que se le puede contemplar desde la muerte “Nuestra Amistad”.

Quisiéramos destacar un texto que nos parece resume el espíritu y el fondo de los relatos de Guerrero  “Nacer”, porque surge de una consciencia femenina, en medio de un mundo brutalmente misógino y patriarcal; porque también, es una muestra elocuente de la prosa poética con que la autora sabe hilvanar sus historias, leamos el texto:

“Lanzaba al aire la pelota, la lanzó por el maizal, lanzó al aire sus sueños, lanzó al aire su inocencia, lanzó al aire su niñez y así, la lanzaba y lanzaba, cada vez que la lanzaba hacía el amor con él. Se escondían tras el rancho y acariciaban los cuerpos juveniles, tras la escuela jugaban a besarse ciegamente, estudiando sus deseos sin pérdida de tiempo y espacio. Corría a la aldea vecina a buscarlo cuando su familia se la llevó embarazada. Corrió tras el bus cuando él le dijo que migraría al norte. Corrió tras sus sueños de nuevo, corrió tras la pelota, corrió tras el aire, tras la inocencia, tras su niñez, y al encontrarse en medio de su cuarto, con las piernas abiertas, con una sensación de ahogo, y una comadrona recibiendo a su bebé.” Nacer. Pag 14.

Relatos de Sábanas, es una obra que se suma a esa narrativa centroamericana actual que toma conciencia de sí sin el chovinismo y el cinismo de siempre, que acepta las derrotas en un entorno que ya es insostenible ante el fracaso, que asqueado de sí mismo, quisiera comenzar a soñar otros mundos y salir finalmente del refugio de sus sábanas.

Germán Hernández

18/8/12

La frágil frontera


Si como dice el filósofo Herra “Las artes pueden dar un estatuto de ficción a lo horrendo, a lo insoportable, a lo feo y monstruoso... Transformados en ficciones artísticas, esos momentos desagradables se estructuran emocionalmente como algo lejano y que no me alcanza en el goce puramente estético más que como fantasía e irrealidad... Lo bello artístico es un artificio destinado a crear artefactos sustitutivos frente a parcelas angustiosas del mundo. Esta sustitución es perentoria y fracasa, puesto que frente a las fantasías ficcionales el mundo se impone en definitiva”[1]

 ¿Será por eso que amamos el sagrado y pequeñoburgués desayuno dominical leyendo La Nación S.A., creyendo que todo ocurre muy lejos, o ni eso, sólo ocurre sobre esas páginas del diario, o mejor, ni siquiera ocurre?

¿Será porque amamos esa realidad domada de los medios, la misma que se toma o se deja, a la que se le da un “like” o un “delete”?

Pues todo texto es ficción, un arreglo, un acomodo, ¿Acaso hay un criterio para discriminar entre los titulares y las vallas publicitarias, los noticieros, best sellers, conciertos de cámara, misas, plazas públicas? Todos son textos que hacen posible entrar y contemplar la realidad tan temida, sonreírle y regresar a salvo.

Quizá por eso nos sentamos en las butacas del cine sorbiendo gaseosas y rumeando palomitas, sinceramente agradecidos de que un héroe pueda resolverlo todo a balazos, y pueda destruir finalmente al temido monstruo que habita en nosotros antes  que salga de la pantalla y comience a disparar...

Germán Hernández


[1] Lo Bello y lo Monstruoso. Rafael Angel Herra.


13/8/12

Taller de Narrativa 309

Libros Duluoz



Para bien y para mal, los talleres literarios son un espacio comunitario. Llenos de divergencias y convergencias, igual que cualquier otra organización humana sus miembros acuden llenos de objetivos, metas y expectativas diversas, y una sola en común: la literatura.

Promover un taller literario exclusivamente para la narrativa, pretende de alguna manera, favorecer la relativa orfandad de muchos y muchas personas que buscan mediante el taller literario una guía, un reflejo, una retroalimentación que facilite el desarrollo creativo y estilístico.

El Taller de narrativa 3009 se reune cada miércoles, en las instalaciones de la librería Doulouz en el centro de de San José, Barrio Amón, Avenida 7, Calles 3 y 5. No. 309, desde las 5 p.m. y hasta las 8 p.m. Con esta banda horaria, los miembros del taller pueden acudir a la hora que esté a su alcance y por el tiempo a su conveniencia. La conducción de las sesiones será llevada a cabo por el narrador costarricense Germán Hernández y el apoyo de todos los miembros.

Las sesiones de taller consistirán en el examen y lectura de los textos que los miembros compartan. Para ello, deberán llevar su texto impreso y fotocopiado (al menos 5 copias). El texto será leído por su autor y escuchado por los miembros, luego se pasará propiamente al taller, por lo cual el autor deberá guardar silencio. Al final, el autor contará con las opiniones, observaciones, comentarios y juicios de los miembros; tendrá la oportunidad privilegiada de contemplar de primera mano las reacciones del lector, la visión fresca que solo es posible desde el exterior.

El taller no es un salón de belleza para los textos, los miembros en un proceso interactivo, irán adquiriendo herramientas e intuiciones en el oficio de escribir,  pero la calidad literaria de los textos será en última instancia virtud y resultado del esfuerzo y compromiso de cada autor o autora.

Durante el desarrollo de las sesiones, se realizarán ejercicios de lectura y crítica de autores y sus obras, con lo cual se promueve la lectura, ingrediente indispensable para quien aspira y se implica con la literatura.

Finalmente, al menos una vez al mes, el Taller recibirá a un invitado, un narrador o narradora con obra publicada, para así enriquecer la discusión y la experiencia de los miembros y promover la lectura asertiva y crítica de la narrativa costarricense.

Para hacer viable esta experiencia, el único compromiso de los miembros será: el respeto y la tolerancia hacia la diferencia (pues el grupo será heterogéneo) y un aporte por sesión de 1000 colones para garantizar la reservación del espacio que tan generosamente Libros Dulouz nos ofrece.

Por favor, no dude en escribirnos para confirmarnos su interés en asistir o bien para aclarar cualquier consulta a:

german.hernandez@live.com

 ¿Desea mejorar la calidad literaria de su obra?

Más información aquí

12/8/12

Randall Roque - Las Lunas del Ramadán y otras alegorías








Nos llena de gusto en El Signo Roto, compartir con todos y todas una pequeña selección de textos de "Las lunas del Ramadán y otras alegorías de Randall Roque".

"Las Lunas del Ramadán y otras Alegorías" fue publicado por Ediciones 77 en su serie Enjambre en el 2011. Compuesto por poemas, aforismos, cuentos cortos finamente hilvanados. Puede comprarlo en la librería de la Universidad de Costa Rica en San Pedro o con la distribuidora Alejandría.




Los otros, los ajenos, los del frente


Algunas ocasiones, pero sólo en algunas, suelen pensar que la despedida es siempre un retorno comprendido. Señalan los espacios que otros han clausurado, encienden las luces que creyeron perdidas y se acercan al destino con el miedo de no merecerle. En esos momentos, amenazan el futuro, le condenan al exilio desde el presente, si es que acaso se puede imaginar semejante exilio; inverosímil para cualquiera. Todos tienen sus oscuras razones para tener certeza de la duda y no temerle a nada más que a sí mismos. Cierran las ventanas, no dejan pasar ni al aire, clausuran la vida y regresan al sitio donde se reconocen seguros, donde la derrota no existe, porque es preferible el dolor conocido que saben combatir y no lo indefendible en todas sus formas. Otras veces, las menos, construyen altares propios, repiten lo que deben ser como una letanía que no comprenden, pero repiten incesantes. Entonces algunos consiguen el afecto, el amor condicional, aquel que perdura mientras aún sean lo que fueron y no se atrevan a ser otros. Crisálidas eternas. Pero esto podría aterrar al mundo si lo supiera. Los Otros nacen, como péndulos del tiempo que todos miran con odio, porque les recuerda la muerte cercana, la vida no vivida. Nacen como la piedra en el zapato, como la polilla en el libro consumido, justo en la hoja donde debían estar las últimas palabras. Y alguna que otra ocasión, nacen también los Ajenos, artistas intérpretes, simples, sin academia ni título que les avale y no son menos escritores, escultores, pintores que los Otros, porque requieren la misma alma para comprender. El primero con el don de narrar la vida, el segundo, con el don de interpretar lo narrado. Esta simbiosis no es casualidad, sino causalidad. Cada uno en su sitio; existe. Cuando se unen es una nova que pasa iluminando el universo. Entonces es importante, aunque esto casi nunca sucede, que esos pocos Ajenos en ese momento comprendan que no deben juzgarse a sí mismo por no ser lo que esperan los del Frente, que siempre maquilan una manera de echarles a perder la fiesta y a veces los Ajenos no comprenden su importancia y caen en el juego macabro de las noticias de esta sociedad. Se juzgan y también juzgan a los Otros por no ser lo que esperaban que fueran. Ese es el mundo real, el que les alimenta con la pasión por todos incomprendida, por todos comentada. La perfección es un error tan desmedido, mientras el amor es odio, pasión, locura, razón, certeza, duda, todo lo que conmueve en un instante y luego se marcha, para cuando quieran recuperarle, porque siempre está ahí, cercano, en sus diferentes formas colgando de los árboles como un fruto prohibido. Esa es la diferencia más sustancial, los Otros aman porque sí. No necesitan recetas ni plebiscitos; aman porque les da la gana amar y a nadie dan cuentas. Por eso su mal es como una lepra de la que los del Frentes huyen y crean vacunaciones masivas en las clínicas y escuelas. Dan cátedra de cómo prevenirle y huir sin misericordia de este mal contagioso. Crean internet con la tecla delete para el amor y para el odio siempre el enter. No es de extrañarse entonces que los Ajenos amen porque sí, pero dudan, a veces dudan sin remedio, entonces su amar no es plenitud, les amordaza con temores, con miedos irreconciliables con lo que deberían ser en la ciudad de los del Frente y buscan nuevas vidas, se llenan de moralidad indiscriminada, juzgan a todos menos a sí mismos. Interpretan de maneras inefables el mundo, aun cuando la vida tenga una sola lectura y pueden en muchos casos, convertirse solamente en un miembro más de los del Frente. Los Ajenos requieren de los Otros para entender su soledad, el egoísmo del mundo y viceversa, pero los del Frente les odian y los Ajenos se odian, porque están en medio de todo y de nada. Sólo esperan que mueran los Otros, que mueran todos. Uno a uno para ser libres y ganar un miembro más de los Ajenos en sus casas de paleta y césped sintético. Temo aceptarle, pero la mayoría de veces lo logran. Los del Frente son más, los Ajenos quién sabe, a veces quieren ser y los Otros se emocionan, pero se dan cuenta que todo era mentira, una falsa ilusión y salen de nuevo a las calles para colgar pinturas, poemas, esculturas sobre las ramas de lo árboles. Buscan, siempre buscan. Así, poco a poco, los del Frente les van matando de soledad, mientras los Ajenos pierden el tiempo discutiendo, donde nada les pertenece.   


IV

Creo en el desahucio de los ferrocarriles del destino En las moscas que hacen hemisferio y orbita en los basureros En los vagabundos que se embriagan sin razones En el ardid de la paloma o en la paz rudimentaria del zanate En las cucarachas de los restaurantes y en el vómito aún caliente en las aceras En el olor nauseabundo de las cunetas En el aroma a contrabando de la calle de la amargura  En la cornisa de la desesperanza donde se lanzan los suicidas En los drogadictos y asaltantes como dobles residentes del olvido Creo ciegamente en el universo que ondea en las caderas de una mujer santa lo mismo que en las de una prostituta  En el ajenjo de las rameras que hacen duelo en la zona roja o en el parque  En su mirada de alcoholemia enfurecida En la hortaliza de sus senos En la turbulenta enredadera de su lengua En su soledad amontonada en un sillón En cualquier cosa pedestre que me palpe sin luz En la lluvia ácida que arruina a las orquídeas y asesina a la oropéndola  En la fragilidad de los perros que ladran y se mueren de golpe Creo en todo lo que existe sin ser aún nada. Mi existencia abarca desde el amor profundo hasta la retorcida saciedad de lo vulgarmente humano

V

Sé reconocer cuando pierdo, por eso evito perder Elijo cada palabra y si alguien me hace la vida cuadritos Le invito a jugar ajedrez Me enfrento a todo menos a mí mismo, porque sé, que irremediablemente perdería Un espejo contra otro, siempre da infinito


De cómo la mosca y el simio obtuvieron el conocimiento para comprender que las orbitaciones de la razón y la realidad ayudan a alcanzar la sabiduría que se antepone a la realidad, aunque el conocimiento de la mosca no baste para que esta sobre comprender cómo los simios no logran comprender nada acerca de las moscas

El Simio observó a la mosca que vomitaba al Simio para digerirle como un buen comensal. Esto lo hacía mientras pensaba que una rana podría salvarlo a él de tales fines vitalicios, sin saber que el Simio, postrado sobre la vereda con rigor mortis, había observado a otro Simio siendo devorado por las moscas en la misma vereda, lo cual podría sugerir que, el Simio fallecido y el Simio observante, eran el mismo. Lo aparente, es que la mosca, devoradora de heces y simios, era la mosca prófuga del deseo de la rana. Esta es la razón por la cual los simios no comprenden nada de las moscas y también la razón por la cual las ranas sólo existen en la imaginación de los simios o viceversa. 


Los Dinosaurios no bailan tango

Los dinosaurios no bailan tango, no por una razón paleontológica, sino por un motivo meramente onomástico. El día que el argentino, Eduardo Olivero, caminó horas y horas en la isla James Ross, en medio de la nada que acontecía en el extremo norte de la Península Antártica. Cuando aquel camino inescrutable le parecía lleno de olvido y de miseria congelada en su boca, en sus pies mojados, en el hambre contenida. En un instante, imperceptible para el tiempo mismo, miles de años se doblegaron. Olivero se inclinó, casi quedando de rodillas. Limpió con cuidado de relojero el fragmento de roca expuesto ante su mirada. El diente de una mandíbula se adhería con fuerza de millones de años contra la roca. Por un segundo, el alma le abandonó el cuerpo, los ojos se explayaron con el asombro del niño que mira, por vez primera, el mundo. Pero aquel hallazgo no era un encuentro cualquiera. No fue sólo el Anquilosaurio de la Península  Antártica. Ese día, en que Eduardo Olivero creía descubrir el mundo. Los dinosaurios comprendieron algo más importante. Que ellos, a pesar de estar muertos, tenían el poder de dar nombre a las personas.


1, 2, 3 Rayuela

Ayer los dinosaurios salieron a las calles con pancartas y lazos enormes sujetados para pedir igualdad social. Claramente se entendía, no eran cooperativistas. En la esquina del frente estaban reunidos, jugando rayuela, tres dinosaurios enfadados por tal escándalo. Era obvio que no eran sindicalistas. Entre el tumulto y el escándalo hubo garrote parejo, hocicos rotos, periodistas vapuleados, arrestos a la orden del día y lagrimones por el gas pimienta difundido en las calles. La cerita amontonada fuera del tablero ante un juego evidentemente perdido. 




Randall Roque 1977. Poeta y escritor costarricense, nacido en la provincia de Cartago. Ha publicado  “Cuando las luciérnagas hablan” (cuento) 1998; “Itinerario de los amantes” (Poesía) 2003 y en disco compacto “Estrellas de Madera, 2007” que incluye DVD con una postura del autor en contra del terrorismo y las invasiones de Estados Unidos de Norteamérica en Irak.

Algunas de sus obras han sido traducidas a lenguas autóctonas costarricenses como Bribrí, Maleku, entre otros, así como al idioma Italiano. Ha sido incluido en diversas antologías en Italia entre las que podemos mencionar “Il gesto della Memoria, 2005” y  ”Frontiere, 2007” de Ibiskos Editrice. Ganador de varios premios y reconocimientos en Costa Rica tales como el otorgado en 1998 por la Universidad Florencio del Castillo (UCA) por sus aportes a la cultura, el Primer Lugar en la Categoría de Poesía en el concurso ‘Letra Joven de Costa Rica, 1998, con el poema “Vino entre Vino”, Primer Lugar de Poesía en el Certamen Brunca de la Universidad Nacional (Costa Rica, 2004) con el poema “En mi llanto tu canción”. Asimismo, obtuvo en el 2007 el Primer Lugar en el “Concurso de Poesía Castello di Duino”, Trieste Italia, 2007.

Para el 2009 publica su poemario titulado “Amores Domésticos”, el cual incluye lo que el autor concibe como “fotopoemas” donde innova con una visión plástica de la poesía, encallando, mediante la fotografía, esa cosmovisión del poeta en el instante en que nace el verso o viceversa, brindando una apreciación personalísima más allá del concepto de ilustración fotográfica, siendo por esa razón, según manifiesta el autor mismo, “innecesaria la asociación visual entre texto e imagen, pero indispensable, la intimidad del autor con su poesía a través de la fotografía como metáfora que se crea desde el verso o viceversa”.

En el 2011 publica su libro “Las Lunas del Ramadán y otras alegorías”.

Ha publicado artículos de índole social para periódicos como La Extra, La República y La Nación.

10/8/12

Gonzalo Salesky - Memoria




Memoria
   
En el año número tres de la era robótica, uno más uno siempre es igual a dos. Nada falla. Nada hace recordar el fracaso y la extinción de los antiguos habitantes de la Tierra. Salvo el desierto que avanza, implacable, contra las pocas ciudades que quedan en pie.

En la rígidoteca, cada mañana a las siete y quince, el modelo LGT-32 se enciende a sí mismo. Tarda cincuenta segundos en activar todos sus circuitos y retomar su actividad. Siempre comienza a partir de la tarea del androide que lo precede en el turno de la noche,LGT-33. Los dos robots se dedican a analizar, byte por byte, la historia de los seres humanos, almacenada en los discos rígidos de cada computadora personal o dispositivo móvil del planeta.

Hace meses que los dos buscan la Causa. Para ello revisan, de principio a fin, cada archivo de texto generado por los hombres en sus últimos cincuenta años de existencia. Desde los más antiguos TXT, RTF, DOC, XLS, MDB, hasta los últimos archivos monocordes de extensión MCD.

Tarde o temprano, uno de los dos descubrirá alguna pista, algún indicio sobre lo que precipitó la gran catástrofe del año humano 2018, el año cero de la nueva era.



El día treinta y seis del mes ocho, LGT-32 trabaja más rápido que de costumbre. Gira su cabeza hacia la ventana. Un gran desierto se extiende a tres millas-móviles de allí. Las autoridades han decidido ganar terreno al gigante de arena, pero por ahora no lo logran.

Frente a esa imagen, comienza a preguntarse cuál es la siguiente tarea para llevar a cabo. Sabe que debe haber algo más allá, además de lo asignado. Procesa nuevas ideas. Observa.

No... No se trata de un plan respecto al futuro. Tampoco es algo referido al pasado. Es... es... no sabe cómo nombrarlo. No es una orden impuesta por El Programador. Ni proviene del ambiente.

Hay algo dentro de él, en algún circuito oculto, que lo está impulsando a saber un poco más. A mejorar en su comprensión del entorno.

Busca en los archivos DOC revisados esa mañana-tarde para encontrar alguna situación similar, experimentada por otra entidad distinta a él.

P – A – R – A – Q – U – É - ¿ - ?- P – A – R – A – Q – U – É - ¿ - ?

¿Para qué continuar este trabajo?

¿Qué objeto tiene? ¿Qué fin? ¿Qué meta?

Eso quiere entender. Eso quiere saber. Aún no tiene respuesta.

¿Para qué seguir buscando la Causa?



En la siguiente tarde-noche lunar, cuando LGT-33 entra a reemplazarlo, LGT-32 decide seguir con su tarea. Continúa preguntándose por qué, para qué, y sin encontrar nada todavía, analiza por un par de horas más los archivos de la rígidoteca.

Por primera vez, ha percibido en él lo que los humanos solían llamar necesidad.

Yo necesito, tú necesitas, él necesita.

Yo necesito.

 LGT-32 necesita. Ésa es la palabra. Él necesita saber un poco más. No entiende por qué. No entiende para qué. Pero espera que pronto se revele lo que tiene que descubrir y averiguar por sí mismo.

Su compañero de trabajo no entiende. No necesita. Tampoco sabe qué fuente de energía interna o externa mueve a LGT-32 a seguir conectado a la interfaz de datos durante más tiempo del estipulado por El Programador.

LGT-33 sigue haciendo su trabajo, avanza a paso lento, revisa dos veces cada una de sus tareas. Está preparado para no fallar. Por eso nunca falla y al terminar su horario, ha cumplido con los objetivos fijados.

Al día siguiente, vuelve a trabajar a la misma velocidad, como lo ha hecho en los últimos tiempos. Y advierte que LGT-32 sólo se ha detenido dos horas en lugar de las doce preestablecidas. Sus módulos de batería están a la vista y aún así, continúa en su frenético accionar, como en la jornada anterior.

Sin sospechar nada, sin notar que hay algo fuera de lo común, LGT-33 vuelve a su celda de descanso, terminado su turno, y desconecta su equipamiento eléctrico.



LGT-32 puede trabajar simultáneamente con diez mil discos, en cada hora de funcionamiento. Por día llega a examinar ciento veinte mil.

Sin embargo, ahora está introduciendo en sus paneles más datos de los que puede retener. Mucho más de lo que puede manejar. Necesita, lo necesita. Es algo más fuerte que él.

¿Qué lo está impulsando?

Existe una palabra... ¿deseo?

Yo deseo, tú deseas, él desea...Yo deseo.

Él desea acaparar, acumular datos, bytes, archivos. Quiere, necesita. Desea.

Por un momento se detiene. A ese ritmo, entiende que su memoria se llenará antes de lo pautado. Calcula cuánto tiempo falta para eso. Treinta y cuatro días solares más y su procesador no tendrá la capacidad de trabajar con tanta información.

Entonces piensa, entonces intuye... debe encontrar otra manera.

Tendrá que actualizarse. Tendrá que contar con más módulos de memoria inteligente.

Para encontrar el cómo y el por qué.

En las horas siguientes se encargará de eso. Está seguro.



A la madrugada, LGT-33 vuelve a su celda después de otra infructuosa jornada de búsqueda, con la parsimonia habitual. Apenas ingresa a su lugar de descanso, percibe que en el extremo superior de su cabeza el modelo LGT-32 está conectando su interfaz motora. No entiende lo que sucede. El contacto entre los dos robots dura sólo unos segundos y luego, LGT-32 se retira.

Inserto en él, un nuevo módulo de memoria inteligente en sus paneles. Un módulo que hasta hace minutos pertenecía a LGT-33.



LGT-32 teclea. Necesita teclear. Muchas palabras de la especie extinta que retumban en sus circuitos y se repiten aleatoriamente. Palabras que no entiende. Que nunca ha usado y quizá jamás va a usar. Pero necesita teclear, escribir. Necesita verlas, todas juntas, volando en su pantalla transparente.

Quiere encadenarlas, jugar con ellas, mezclarlas hasta encontrar algún significado oculto, probar sus sonidos. Las vocaliza, las observa. Las deletrea. Sabe que ésa era la manera humana de aprender.

Trata de separarlas de su contexto original. De agruparlas según su sonido. Ensaya, intuye… escribe. Luego borra. Vuelve a escribirlas. Se siente ansioso al ver los resultados y las millones de combinaciones que puede formar, que puede teclear, que puede crear.

Yo creo, tú creas, él crea…

Yo creo.


LGT-32 sabe. Ahora sabe. Necesita. Sabe lo que necesita. Se lo ha quitado a LGT-33. Por eso cuenta con más memoria en sus circuitos. Eso es lo que requiere para su tarea. Hoy pudo extraer sólo un pequeño módulo. Si cada día quita uno de ellos LGT-33 no lo notará. Pero aún así... él necesita ahora. Esperará hasta el turno siguiente de descanso para continuar. También deberá conseguir más fuentes de energía. Lo hará mañana.

Mañana. Mañana...



Mientras tanto, el trabajo en la rígidoteca sigue avanzando. El Androide-Programador retira cada día las unidades de almacenamiento que han sido analizadas, para su posterior destrucción.

Él no sabe. No sospecha nada. No se da cuenta de lo que LGT-32 está planeandoOcho minutos humanos antes de comenzar su turno, LGT-32 se acerca a la lámina metálica de diez metros cuadrados que está en la sala principal del edificio. Se transmite a sí mismo la imagen que perciben sus sensores. Se ve reflejado allí. Se descubre.

Se pregunta para qué los humanos construían semejante cantidad de... ¿qué nombre tienen?

E – S – P – E – J – O – S. Espejos.

Ellos los usaban. Ellos se percibían allí.

Un archivo revisado unos seis meses atrás volvió en ese instante a sus circuitos principales. En él se explicaba el procedimiento de fabricación de un espejo.

¿Para qué hacían tantos espejos?

¿Qué objeto tienen? ¿Qué fin? ¿Qué meta?


Cada día, LGT-33 disminuye su ritmo de trabajo. En las estadísticas nota que su producción ha bajado. Decide chequear su reserva de energía pero no es capaz de hacerlo. Algo le pasa. No puede movilizarse normalmente. Por la noche, su batería no logra recargarse el tiempo que él requiere.

Algo sucede. No sabe qué. No lo entiende. Comienza a buscar en su diccionario humano alguna palabra que describa mejor su situación. Debería comunicar esta falla. Seguramente podrán ayudarlo. Antes de que sea tarde para una reparación. Antes de que lo apaguen. Antes de que la luna salga y...

N – E – C – E – S – I – T – A - R.

Yo necesito, tú necesitas, él necesita.

Yo necesito. Necesita algo. Necesita recuperar energía. Volver a su nivel de memoria. Pero no puede.

Algo pasa. Algo malo sucede.

Algo. Algo...

En cambio, LGT-32 casi duplica sus horas de trabajo. El Programador es incapaz de advertirlo, ya que LGT-32 también está quitándole, uno a uno, todos sus paneles de memoria.

LGT-32 necesita más. Mucho más. Tanta inteligencia, tanta capacidad de almacenamiento y procesamiento... ahora sabe, ahora puede. Ahora sabe que puede, ahora es capaz de descubrirlo.

Entiende que no sólo debe analizar letras y números. Hay algo más que eso entre Todo Lo Humano. ¿En qué otros archivos podrá encontrar algo distinto?

Finalmente, en un disco duro de 0,16 x 104 PB lo hace. Allí descubre, por primera vez, otro reflejo de la antigua civilización.

¿Cómo había pasado tanto tiempo y no se había dado cuenta de eso?



Existe una palabra para aquello. Una palabra humana. Bela, bele, beli...

Busca. Nombra. La encuentra.

B – E – L – L – E – Z – A. Belleza.

¿Sería eso lo que pasaba por el centro de almacenamiento de los hombres cuando percibían los archivos JPG?

Por un instante dejó de procesar formatos DOC, XLS, MDB, PDF, EXE...

Sí, JPG. Eso es. JPG condensa todo. Lo muestra tal como había sido. Tal como fue antes de la catástrofe, antes de la extinción.

Miles y miles de JPG, una por una... Ésa será su tarea. Ahora lo sabe. Podrá conocer cómo era la Tierra, cómo se veía antes de los desiertos. Quizá alguna vez lo había leído, pero hoy… hoy se siente capaz de entender, capaz de comprender, capaz de incorporarlo a sus circuitos de manera permanente.

Un JPG vale más... vale más que...



Nada lo distrae ahora. Ni siquiera el viento y la arena que siguen avanzando contra el edificio de la rígidoteca. LGT-32 cambia su patrón de búsqueda y comienza a observar en cada pantalla solamente archivos JPG.

Seis, siete, ocho millones de imágenes pasan cada hora frente a él. Con ellos, el espejo de los recuerdos y sentimientos de la raza extinta. Su historia, paso a paso. Los rincones más lejanos del globo. Los paisajes, plantas y animales desaparecidos. La sonrisa de hombres, mujeres y niños. Sus sueños y sus miedos. Sus fracasos…

LGT-32 sabe que ahora necesita más espacio. Quiere almacenar, quiere guardar todo. Lo necesita. Desea ver JPG las veinticuatro horas de cada día solar, aunque no pueda estar conectado a las pantallas retráctiles. Para ello, busca en las bases de datos cómo hacían los humanos para extraerlas de allí.

Busca. Busca. Necesita encontrar alguna forma.

Aparentemente, en la década actual no quedan máquinas que permitan reproducir o copiar JPG en planchas de color blanco...

¿Qué nombre tenían? ¿Celulosa?

Hay una antigua palabra que designaba eso. P – A – P – E – L. Papel, eso es.

¿Cómo podrá sacarlas de la pantalla y enviarlas al papel? No hay nada. Aún no hay nada.

Por ahora. Sólo por ahora.



El día cuarenta del mes ocho, LGT-32 quita el último módulo de memoria inteligente del Programador y lo inserta en una de sus pocas ranuras disponibles. Está llegando a su límite. Tiene que encontrar la manera de sacar fuera de las pantallas tanto... tantas... tanta belleza. Con los refuerzos que obtuvo de los otros dos androides, sabe que ahora es capaz de fabricar algún dispositivo.

De a ratos se siente en un laberinto sin salida.

Mas ya pensaría en algo.

  
Gonzalo Salesky nació en Córdoba, Argentina, en 1978. Ha publicado tres libros, titulados 2011 (poemas y cuentos, publicado en el año 2009), Presagio de luz (poemas, en 2010) y Ataraxia (poemas y cuentos, en 2011).

Obtuvo distinciones en certámenes literarios de España, México, Venezuela, Estados Unidos y Argentina.

Sus libros pueden descargarse gratuitamente desde su blog de autor: Gonzalo Salesky


Descargue la Versión Imprimible de este cuento: Gonzalo Salesky - Memoria


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9/8/12

¡Hasta Siempre Chavela!

Caricatura de Hans Kabsch (KAVEL)
¡Hasta siempre Chavela, gracias por vivir en los que amamos tu voz mágica!

Y para que sigas viva, nada mejor que compartir tu música con los amigos y amigas. Aquí en siete ficheros podrán descargar su música. Recuerden que deben descargarlos todos primero y luego descomprimirlos y finalmente disfrutar.

Chavela 1
Chavela 2
Chavela 3
Chavela 4
Chavela 5
Chavela 6
Chavela 7

3/8/12

Ylla Kannter - Anatomía de un orgasmo


"Esto eres tú" (Detalle) de Edom de Caloca

Anatomía de un Orgasmo
   
Son cerca de las tres de la mañana. Los ojos están cansados, llorosos, con las pupilas tristes que reflejan la pantalla marcada por mis huellas. Sin embargo las ganas de buscar lo que ni siquiera he definido que busco me mantienen despierta, respirando con lentitud. Observando con atención lo que podría ser un escape. Lo singular es que no tengo de quién escapar, pero me escondo, como cazador furtivo busco mi presa, celosa, instintiva.

Las imágenes se atiborran, todas tintinean con esa luz que anuncia una llamada en la ventana de navegación. Bajo el volumen de la computadora. Intento esconderme, es extraño, estoy sola. Decido colocarme los audífonos y así evitar ser escuchada por las orejas que tapizan las paredes según mis tías. Me encuentro en la intimidad de mi ser, sin decir nada, sin moverme un centímetro. Miro a mi alrededor, tomo la computadora y me instalo en el baño. Pienso que es un buen momento para agradecer la existencia de las laptops, así como el internet inalámbrico. Me tiemblan las manos, sudo, siento que violo de pronto la totalidad de las leyes universales. Y reviso otra vez antes de por fin abrir la pestaña que parpadea con tanta insistencia, nadie mira, nadie escucha, nadie está. Sin embargo no puedo quitarme de la cabeza que estoy pecando, que no es normal. Abro por fin la pestaña. Me encuentro con un video cuyos cuadros penetran hasta el cerebro, los gemidos que escucho me asustan, por reflejo me arranco los audífonos, silencio la máquina. Después del sobresalto respiro profundo, no me dejo dominar por el temblor de mis manos. Regreso a la pantalla, y reinicio el video. Observo atentamente, ya sin escuchar sonidos. Y luego de un rato me descubro agazapada, con los músculos contraídos y tiesa como un muerto. Es entonces cuando me doy cuenta que algo anda mal. Tengo treinta años. Vivo sola. Tan sola que tengo que recurrir a la pornografía para poder divertirme un rato. Y lo peor de todo es que ni sola, ni con la frialdad mediática puedo dejar la culpa. Agacho la cabeza para recordar lo que me decían las monjas cuando estaba en el colegio: “Dios está en todas partes”.

Dios omnipotente. Dios omnipresente. Dios. Dios. Dios y quién sabe cuántas cosas más son las que me frenan, las que pienso cuando intento masturbarme por las noches. Cierro los ojos, prefiero pensar en los hoyos negros, en los adelantos de la medicina, en la contaminación del aire, en lo que sea que haga que olvide, aunque sea un instante, el calor que me come las entrañas y me hace divagar en la red buscando cibersexo, sin tener siquiera una cámara web. La dejo y prefiero irme a dormir. Tal vez mañana las hormonas vuelvan a su lugar.


***


Después del trabajo me aventuro a la búsqueda en internet. Esta vez ya estoy decidida, no me importa lo que diga la gente, o lo que piensen de mí los hombres que me encuentre, mi mente gira en torno a un objetivo: sexo. Abro la cuenta del chat porno y encuentro grandes sorpresas, hay invitaciones para conversar. Son muchas, no puedo escribir tan rápido para poder contestar a todos. Me emociona que me busquen tanto. Una sonrisa triunfante se asoma en mi rostro. Hasta que las frases como “ricura”, “has de estar bien buena”, “pon tu foto, quiero verte el culo” y cosas por el estilo empiezan a aparecer. Mi incomodidad se acrecienta, me indigno por la manera en que intentan abordarme, pienso que son unos calientes que sólo quieren sexo. Me separo molesta de la computadora. De pronto, respirando profundo vuelvo a la calma. Recuerdo que se trata de una sala de pornografía. Me siento otra vez frente a la máquina. Leo mi nombre de usuario: cogelonapuntocom, me río. Me pregunto cómo los instintos pueden empujarme a tanto, pero no son los instintos, son mis instintos, mismos que no controlo como antes.

Llevo ya tres semanas de búsqueda, de martirio. Según mis amigas es normal, es una descarga hormonal por la edad. Treinta años. Treinta que no he aprovechado, años que desperdicié por la bendita mentira de que el sexo es sólo con amor. Me pregunto cómo hice para cruzar el siglo veinte con las ideas de mi abuela plantadas en mi inconsciente, amenazando con quedarse ahí para siempre, mientras yo me deshago de ganas por tocar y que me toquen la piel, las nalgas. Estoy al borde de la desesperación. No es suficiente la autosatisfacción que me brindan las manos o los artefactos de hule. Entonces quiero saber qué quiero. Hace apenas dos meses que terminé con Alfonso, me sentía asfixiada, con el peso de la fidelidad sobre mis hombros. Con la extraña certeza de saber que no era el hombre de mi vida y que podría vivir célibe por un tiempo. Gran mentira. Gran traición, según el doctor me voy a calmar en un par de semanas. Nada más recomienda darle placer al cuerpo pues estoy en una edad donde las descargas hormonales son para disfrutarse. Ironías de la vida. Miro alrededor mientras camino, encuentro parejas de la mano, hombres guapos que transitan con la mirada fija en el trasero de alguna chica. Es entonces cuando decido repasar mi agenda en busca de un amigo de confianza. A, sólo mujeres y un par de homosexuales. B, nadie agendado. C, casa de cultura, Cecati, dos chicas y una revista. D, mi jefe, mi primo, mi papá y una amiga de mi hermana. E, dos de mis tías y un maestro de la universidad. H, los números del banco de algunos parientes. J, tres de mis ex alumnos y un compañero de trabajo que me dobla la edad. Desisto. Además, no tengo la astucia de decirle a alguien por teléfono que necesito sexo y nada más.


***


Otro día más en la fría búsqueda en internet. Ahora encuentro a un hombre de cincuenta años, que desea invitarme a bailar y a tomar una copa. Suspiro con resignación. Contesto que no me gusta el vino, que en todo caso necesitaría un tequila triple. Él insiste diciendo que la seducción es un arte. Yo me defiendo diciendo que no quiero perder tiempo, él me confiesa que vive en Cancún. Me río a carcajadas y recuerdo que esta vez estoy en la oficina. Prefiero rechazar la oferta. Recargada en el respaldo del asiento empiezo con el recuento de los daños. Primero, me encuentro con que no tengo a nadie cerca y recurro a un chat porno. Segundo, no me satisface la mano amiga y cuando me dicen directamente lo que quieren, me ofendo. Tercero, cuando me decido a contar con alguien de mis conocidos, descubro lo mojigata que soy. Cuarto, cuando intentan seducirme para disfrazar un poco la cosa, se me hace una pérdida de tiempo. Sin ánimo me entero que mi castidad obligada es psicológica. Se debe en su totalidad a la sarta de prejuicios morales que hicieron favor de inculcarme y que hasta esta urgida etapa de mi vida salen a relucir. Sin embargo en esta búsqueda me doy cuenta que no soy la única. Muchas de mis amigas están casadas con pusilánimes por el simple hecho de no estar solas, hasta ahora entiendo la razón. Otras se refugian en los hijos y el montón de cosas que esto implica. Otras se la pasan en las actividades de la iglesia. Y así, saciando unas, evadiendo otras, sortean las olas hormonales que la traicionera naturaleza nos ha dado. ¿Acaso Dios gozará mientras nos mira? Y me doy cuenta que no es cierto, que fue una invención humana. Por eso se rumora que el hombre es tan ególatra que creó a Dios a su imagen y semejanza. Quiero ahora crear una Diosa, una que sea como yo, que me entienda e ilumine mi camino para encontrar solución a este problema. Camino a casa, me encuentro con un par de testigos de Jehová que están en la puerta de mi edificio. Intento evitarlos pero me acorralan para darme la palabra, cuando se van me dejan un folleto que habla de la tal Lilith y del infierno que gobierna por dejarse arrastrar por la lujuria. Suspiro mirando el cielo. Ya es suficiente, yo sólo quiero un orgasmo. No es posible que algo tan peculiar dependa de tantas y tantas cosas que no están en mis manos.

Me tomo un café para meterme a la cama. Me visto con la pijama de cebra y las pantuflas de flores. Otra vez me voy a dormir esperando que mañana las hormonas vuelvan a la normalidad.

(Tomado de “Agua Ardiente”, Editorial Kapelmex, 2011.)




 Ylla Kannter (Distrito Federal-Tierra Blanca, Veracruz, México. 1983). Investigadora, poeta, cuentista y editora. Cursó la licenciatura en Lengua y Literatura hispánicas en la UNAM. Desde el 2007 se ha desempeñado como docente en literatura y argumentación. En 2009 Formó la red de corresponsales del STUNAM y fue parte del equipo de guionistas en TeVeUNAM. Es investigadora independiente en literatura tradicional y popular y lingüística social. Ha participado en encuentros y congresos nacionales e internacionales con ambas líneas de investigación. Desde el 2010 hasta la fecha dirige una de las revistas digitales de divulgación en el Instituto Politécnico Nacional.

Su narrativa y poesía suelta se han publicado en diversas ocasiones: Asientos de café, microficciones (2008) Agua ardiente, cuento (2009) Mi tierra poesía (2009) Abrazar a los muertos, poesía (2011) Engendremos olas, poesía (Madrid 2011) Autora en la antología de poesía erótica iberoamericana, (2012) y en la antología de Ciencia ficción, Cuentos para sobrevivir al futuro (en edición, 2012), El Cristo de mis caderas y Sherezada de papel, Revista Álamo Nocturno, sección de poesía, año 4, n° 8 (Xalapa-Enríquez, Ver.)

Recientemente incursiona en intervenciones poéticas al aire libre, su poesía ha dado palabras para “Amor en tres tiempos” ensayo-performance publicado en Lak-berna, revista cultural Buenos Aires, Argentina y a “Quiero” performance ero-poético en el Segundo Festival de las artes en  Cuautitlán, a cargo de la Fundación Cultural Isidro Fabela, A.C.

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1/8/12

Breves en el tiempo – Blas Dotta


Sin duda, una de las cosas que más agrada en Breves en el Tiempo[1] de Blas Dotta, es la soltura de su prosa, esa capacidad de elaborar imágenes y neologismos exquisitos, sugerentes y acertados, también destaca su fluidez, la habilidad con que los hechos narrados y el diálogo interior constante de Capote su protagonista se intercambia casi imperceptiblemente.

Eso sí, esta novela exige ser leída de una manera lúdica y carnavalesca, con la misma actitud del narrador, solo así es posible entenderse con su atmósfera bucólicamente aburguesada, sus situaciones absurdas y los estrafalarios personajes que la pueblan.

Hasta la página cincuenta y uno, la novela fluye encantadoramente, hasta que el autor interviene a través del protagonista y nos hace una especie de resumen de lo leído hasta ese momento, un resumen innecesario que no contribuye a involucrar al lector, sino a explicarle y conducirlo por el sendero que el autor quiere. A partir de allí la novela comienza a empantanarse, atrás quedan el hermano de Capote y la Gordita su colega, aparecen el padre del protagonista primero y después su abuelo paterno en dos visitas súbitas, intercaladas por un proyecto laboral respecto a una carrera de patos, pese a ello, ambos episodios, con el padre y el abuelo, son idénticos en cuanto, a que los dos se despiden de su pasado: el padre quema sus recortes y el abuelo se deshace de su vieja cámara, y en que ambos reafirman en el protagonista su propósito de atravesar el Atlántico en pos de su amada.

Es hasta la segunda parte de la novela que esta retoma su cauce, pero más adelante el autor nos interrumpe otra vez con sus resúmenes y en la página ochenta y ocho, nos vuelve a explicar lo que está sucediendo; realmente este es uno de los puntos débiles de esta novela: la estorbosa presencia del autor.

Y llegamos al desenlace, el cual se alarga demasiado. El autor intenta atar cabos, unir causalmente y no casualmente los eventos para dar a entender que todo se trata de una confabulación, de una especie de travesura frívola de los personajes,  entre ellos el excéntrico taxista negro que lo sabe todo (según dice él) por que habló con el abuelo, la misteriosa fotografía que fue tomada por este, las pistas falsas y los derroteros con el Poeta, Teresa la muerta, Amanda y todo para anunciarle al protagonista que pronto será papá. En todo caso, sentimos que la redondez del argumento es forzado, y corre el riesgo de ser poco verosímil.

En esta primera novela de Dotta están presentes muchas habilidades y recursos narrativos, a pesar de que el conjunto de esta no se logre amalgamar.

Germán Hernández




[1] En el primer Certamen de Novela Corta convocado por el Centro Cultural de España en 2011, el premio fue compartido por Breves en el tiempo de Blas Dotta y La Paciencia de los Insectos de José Manuel Solórzano. Ediciones Lanzallamas editó ambas novelas en un mismo volumen en su colección Bartleby en ese mismo año.